4.1. Envejecimiento y dieta

 
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«En nuestros días los árboles eran definitivamente más suaves».

 

El envejecimiento es universal, gradual, espontáneo y un proceso irreversible. La Organización Mundial de la Salud distingue la edad presenil (45-59 años), la vejez temprana, también conocida como la tercera edad (60-74 años), la vejez tardía, también conocida como la cuarta edad (75-89 años) y la longevidad (mayor de 90 años).

 
El funcionamiento de los órganos humanos cambia con la edad, y esto es completamente normal. El proceso de envejecimiento afecta a todas las partes del tracto digestivo, así como al resto del cuerpo.

Por ejemplo, en la cavidad oral, la mucosa se vuelve más delgada y menos flexible y más seca. La producción de saliva se reduce, lo que puede tener efectos negativos. Una persona mayor puede tener dificultades para tragar trozos de comida, ya que es la saliva lo que hace que sea más fácil ingerir los mordiscos individuales, especialmente en el caso de los alimentos secos. Además, el problema en los ancianos de triturar alimentos puede ser causado por la reducción en el número de dientes o su pérdida total. También se observan alteraciones del gusto en los ancianos, ya que, entre otras cosas, la saliva ayuda a sentir el sabor de los alimentos. Por lo general, el sabor dulce y agrio se deteriora y se mejora la percepción del sabor amargo.

Además, el jugo gástrico, que es responsable de la digestión, se segrega en una cantidad menor. Esto puede significar que algunos de los ingredientes presentes en los alimentos consumidos por una persona anciana, desafortunadamente, no podrán ser absorbidos más tarde en el intestino. Los ancianos también son más propensos a sufrir estreñimiento, que está relacionado con cambios en el sistema digestivo, cambios en la dieta (por ejemplo, menos fibra dietética), reducción de la actividad física y un estilo de vida más sedentario.

Estos son solo algunos de los cambios que ocurren en el cuerpo con la edad. El paso del tiempo afecta a todos los sistemas y órganos de una persona. La inmunidad del cuerpo disminuye, y por lo tanto el riesgo de infección aumenta.

Por lo tanto, una alimentación adecuada que tenga en cuenta estos cambios en el cuerpo, así como una dieta que se adecue a diversas enfermedades y enfermedades crónicas es muy importante para satisfacer las necesidades nutricionales de los ancianos.
 



El estado nutricional es uno de los principales factores que influyen en la salud humana y, por tanto, en la esperanza de vida. Su importancia para la salud es a menudo subestimada, aunque en los ancianos tiene un impacto significativo en el proceso de envejecimiento.


 
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