2.2. Medición de la presión arterial y del pulso

 
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La presión arterial es la fuerza de la presión de la sangre contra las paredes de los vasos arteriales.

 

Cuando se mida con un manómetro, se tendrán en cuenta dos valores:

   Presión sistólica, es decir, la fuerza máxima con la que el corazón bombea sangre durante la contracción
 
   Presión diastólica, es decir, la presión mínima que aparece en las arterias durante la diástole.
 

Presión normal en los ancianos

El valor de presión normal y óptimo es 120/80, pero se tolera cierto margen de desviación en personas de diferentes edades.
 
Presión arterial normal en los ancianos:

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Como puedes ver, la presión arterial normal en las personas mayores es, en cierta medida, diferente de las normas generalmente aceptadas.
 

Pulso

El pulso (también conocido como la frecuencia cardíaca) es el número de latidos cardíacos por minuto. Su medición se realiza con mayor frecuencia en la arteria carótida radial o externa, ya que la frecuencia cardíaca se siente mejor ahí. Un pulso se puede medir tanto a través de un aparato especializado como colocando los dedos índice y corazón en la arteria carótida o radial y contando el número de latidos cardíacos por minuto.

Los manómetros eléctricos modernos también te permiten medir la frecuencia cardíaca por tu cuenta.
 

El pulso se evalúa sobre la base de:

   Ritmo – asegurarse de que las ondas de frecuencia cardíaca posteriores ocurren a intervalos iguales
 
   Fuerza – la tasa de llenado y vaciado de la arteria con sangre
 
   Tensión – se siente como un impacto palpable durante la prueba
 
La presión normal y el pulso varían con la edad, por lo que el valor que se considera normal para los ancianos es diferente al de otros grupos de edad. Asimismo, los valores normales del pulso también difieren entre las personas de mediana edad, adolescentes y niños. .
 

Frecuencia de pulso normal en una persona de edad avanzada

La frecuencia normal del pulso en un adulto es de unos 70 latidos por minuto. En los ancianos, los valores óptimos de pulso son ligeramente diferentes de los establecidos para los grupos de edad más jóvenes. Se supone que la frecuencia normal del pulso en una persona anciana debe ser de unos 60 latidos por minuto. Si la medición del pulso indica valores más bajos, se llama bradicardia. Sin embargo, cuando la frecuencia cardíaca excede la norma, se llama taquicardia.

Se recomienda realizar un seguimiento regular de los parámetros mencionados anteriormente. Si se producen desviaciones de la norma, es necesario consultar a un médico de cabecera o a un cardiólogo. Una detección temprana de posibles trastornos de la presión o de la frecuencia cardíaca permite comenzar rápidamente el tratamiento necesario y prevenir enfermedades cardiovasculares mucho más graves.

La monitorización de la frecuencia cardíaca y la presión arterial también son muy importantes en las personas con enfermedades cardiovasculares. El pulso o presión normal en los ancianos puede constituir un indicador de la eficacia de un tratamiento farmacológico. Muy a menudo en las personas que luchan conrta enfermedades cardíacas, el médico recomienda llevar un diario con los registros de las mediciones de la presión y la frecuencia cardíaca. Sobre la base de observaciones a largo plazo, un cardiólogo es capaz de evaluar los resultados obtenidos en un ambiente cómodo para el paciente. Esto hace posible evitar el llamado efecto de capa blanca, que implica la medición artificialmente inflada de la frecuencia cardíaca y la presión, resultante de la tensión asociada a la prueba. La distorsión de los resultados también puede ocurrir cuando la prueba se realiza después de darse prisa o subir las escaleras al consultorio del médico.
 

Velocidad de respiración

La respiración, junto con la circulación sanguínea y la actividad del sistema nervioso central, constituyen la función corporal de la que depende directamente la vida. El proceso respiratorio es responsable de suministrar oxígeno a las células del cuerpo y de eliminar el dióxido de carbono.
 

Todo el proceso respiratorio consiste en:

   Respiración externa – depende de la ventilación pulmonar, difusión de gases (oxígeno y dióxido de carbono entre los alvéolos y la sangre de los capilares pulmonares) y perfusión pulmonar
 
   Respiración interna (tejido) – que tiene lugar con la participación de enzimas respiratorias
 
La respiración es una actividad que consta de dos fases: inhalación y exhalación. La medición de la frecuencia respiratoria debe realizarse en reposo, observando los movimientos torácicos y calculando el número de estos movimientos por 1 minuto.

La frecuencia respiratoria normal en personas sanas es de 12-18 respiraciones por 1 minuto.
 

Las condiciones que aceleran la velocidad de respiración incluyen:

   Las emociones
 
   Esfuerzo físico
 
   Fiebre
 
   Infecciones pulmonares
 
   Deterioro de la perfusión tisular (fallo circulatorio)
 
   Dolor (lesiones, cirugía)
 

Las condiciones que ralentizan la velocidad de respiración incluyen:

   Enfermedades del sistema nervioso central
 
   Intoxicación endógena (por ejemplo, urea, coma diabético)
 
   Envenenamiento exógeno (sustancias que tienen un efecto depresivo en el sistema nervioso central, por ejemplo alcohol etílico, benzodiacepinas, morfina)
 
 
 
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